Será que la
Iglesia está protegida por algún espíritu protector, acaso el mismo que ampara a la Casa Real, o que la polémica generada en el Reino Unido carece de fundamentos sólidos. Sea como fuere, lo cierto es que la prensa suele tratar
adecuadamente ciertas noticias para no molestar ni a la Iglesia
Católica ni, por supuesto, a la
Monarquía española. Es como si existiera una especie de ley del silencio autoimpuesta, un acuerdo tácito para
no contribuir al deterioro de ambas instituciones.
Los casos que atañen a la
Iglesia Católica no han sido tan reservados como los que afectan a los borbones españoles. Seguramente porque existe una prensa no católica; algo que lamentablemente no sucede con la prensa republicana que, sencillamente, no existe fuera del espacio
" .es", para satisfacción del muy cuerdo
Stanley Payne; puede también, porque los casos que afectan a la
Iglesia sean más escabrosos que esos otros que se les imputa a la Corona.
Hace unos días la
BBC emitía un documental en el que se implicaba al actual Papa con la estrategia de ocultamiento de cuantos casos de abusos sexuales se pudieran dar en la Iglesia Católica. La fiabilidad de lo expuesto en el documental podrá discutirse pero que la Iglesia
Católica intenta ocultar cualquier caso que implique a sus prelados en este tipo de delitos, en otros también, es algo evidente. La última muestra la hemos conocido paralelamente a la difusión del documento Crimen Sollicitationis. con el
juicio a un sacerdote acusado de abusar sexualmente de un menor y con la complicidad del obispado de Madrid que se ha esforzado por tapar y diluir la mácula y el delito del sacerdote juzgado. Y precisamente lo ha intentado con tácticas similares a las que se exponen en documento referido. Sólo la honestidad moral y la valentía cívica y humana de unos catequistas llevó al banquillo al sacerdote. Como suele suceder, lo mejor lo encontramos en las bases.
Que las directrices obstruccionistas al esclarecimiento de estos casos de abusos salieran de quien hoy es Papa, tiene su importancia. Porque ya no es que fuera
colaboracionista hitleriano cuando su juventud, todos cometemos errores y tenemos derecho a rectificar, pero que ya siendo un señor adulto y ocupando un alto rango en el Vaticano, fuera el encargado de tapar todas las vergüenzas de esta calaña, tiene su trascendencia.
La propia Iglesia
Católica debiera ser la primera interesada en
aclarar estos delitos y colaborar con la justicia para desenmascarar a cuantos, abusando de la confianza de unos niños y de sus familias, dan rienda suelta a sus instintos sexuales de una manera vergonzosa y delictiva. En la Biblia se afirma que Dios interviene cuando se quebranta el derecho; los creyentes y especialmente los representantes de esa divinidad tendrían que colaborar con la justicia. En el caso juzgado en Madrid, unos lo han hecho mientras que otros han trabajado para la impunidad. Hoy, que es domingo, los primeros asistirán a misa; los segundos la oficiarán y dirán hermosas palabras sobre la rectitud, el respeto y el amor.
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14 de abril