Cuando me dispuse a ver el documental de
Scorsese sobre el Dylan del 1961 al 1966, pensé que tres horas eran muchas para un documental por muy reputados que fueran el director y su protagonista.
Me equivoqué. “
Aspiraba salir en busca de una especie de odisea y llegar a mi hogar, a algún lugar. Partir en busca de ese hogar que había abandonado hacía un tiempo. Y... aunque no recordaba dónde estaba exactamente me dirigí hacia allá y, al encontrar lo que me encontré por el camino, fue cuando lo comprendí todo. En realidad, no aspiraba a nada en absoluto. Había nacido muy lejos del lugar donde debo estar; así que voy camino de mi hogar”.
Con estas palabras, o muy similares comienza el documental ¦1¦y en ellas se expresa la idea central del mismo; acaso la declaración de principios de lo que el propio
cantautor considera su trayectoria personal y artística. Luego suena una de las distintas versiones que del tema
Like a Rolling Stone aparecen en
No Direction Home.
Un Bob Dylan humilde nos conduce con sus comentarios distantes y reflexivos durante todo el documental y Scorsese nos recrea las peripecias del
cantautor de Minnesota alejando cualquier tono propagandístico y almibarado, dejándonos de paso imágenes para rememorar aquellos años: amenaza nuclear; marcha sobre Washington donde delante de una enorme multitud Martín Luther King nos reveló su famoso
sueño; asesinato del presidente John F. Kennedy con un demoledor Hard Rain de fondo o las inquietudes de una juventud dispuesta a entonar The Times They are-a Changin
No es una loa ni una exaltación; mejor dicho no pretende serlo y sin embargo nos muestra al mejor de los Dylan conocidos. Para ello no solo no oculta sino que recrea una y otra vez los problemas que muchos de sus admiradores y los siempre activistas conservadores de todas las esencias manifestaron reiteradamente con ocasión del “Highway 61 Revisited” y su
Like a Rolling Stone.
En realidad siempre ha sido así, romper con lo establecido, con lo tradicional, provoca reacciones enfrentadas; unos hablan de traidores otros de innovadores.Bob Dylan siempre fue un icono para mucha gente de izquierda; en su día, pasear con un LP suyo bajo el brazo, era motivo de orgullo. Tener una grabación pirata, de las centenares que pululaban, no dejaba de ser un extraño motivo de vanagloria. Probablemente Dylan nunca fue de izquierda, al menos nunca fue un izquierdista al modo que se manifestaron otros artistas de aquella y otras épocas, pero sus canciones están donde deben estar.